LA
CUENTISTICA DE SANTIAGO
Por: Agustin Grullon.
Antes
de empezar a hablar sobre el género cuento, conviene saber qué es
un cuento. La cuestión resulta tan engorrosa que los grandes
especialistas del mismo aún no han logrado ponerse de acuerdo al
respecto, hasta tal punto, que es acaso el género más controversial
de la literatura. Unos, por ejemplo, dicen que el cuento es sólo una
narración breve que puede leerse de un tirón; otros, que es el
relato de un solo hecho que no admite disgregación en la acción; y
otros más, dicen que el cuento es una novela en síntesis.
Inclusive, se ha dicho por parte de voces autorizadas en la materia
–como el gran cuentista guatemalteco Augusto Monterroso, por
ejemplo– que nadie sabe con precisión qué es un cuento.
El
primero que tuvo el honor de teorizar sobre el género fue el
estadounidense Edgar Allan Poe con su ensayo “La filosofía de la
composición”. Otros grandes teóricos son el uruguayo Horacio
Quiroga, el dominicano Juan Bosch, los argentinos Julio Cortázar y
Enrique Anderson Imbert, y el peruano Julio Ramón Ribeyro.
El
primer cuento que se conoce de la literatura dominicana es “El
garito” (1854), de Javier Angulo Guridi. Es, sin embargo, un
trabajo deficiente desde el punto de vista de las más aceptadas
constantes del cuento. De hecho, aun a finales de siglo XIX y
principios del XX la literatura dominicana no produjo ningún cuento
propiamente dicho; se trataba sólo de relatos de carácter popular y
folclórico, anécdotas, estampas y cuadros de costumbres.
El
cuento en Santiago entró en 1926 con la publicación de “El hombre
que había perdido su eje”, del gran poeta Tomás Hernández
Franco, lo cual es de tomar en cuanta puesto que ni siquiera se había
publicado “Camino Real” (1933) de Juan Bosch, que es considerado
el primer libro de cuentos que produjo la literatura dominicana. “El
hombre que había perdido su eje” fue publicado por vez primera en
París, Francia, con una tirada muy mínima de ejemplares y se
mantuvo prácticamente inédito en nuestro país hasta poco después
de la muerte del autor, ocurrida en 1952. Se trata de cuentos
poderosamente vanguardistas, aunque a veces rayando en lo anecdótico
y lo rural. En 1951 se publicó otro libro de cuentos del autor
titulado “Cibao”, que está compuesto por algunos cuentos
verdaderamente magistrales. Su trayectoria como poeta fue tan vital
que ha ensombrecido su faceta de cuentista. Fue, sin embargo, un
cuentista visionario que se adelantó a su tiempo con unos cuentos
lejos de la usanza de la época. Y aún no se le ha dado el sitial
que merece en la cuentística nacional.
Un
santiaguero contemporáneo de Tomás Hernández Franco lo fue Manuel
del Cabral, el cual también es más conocido como poeta que como
cuentista. Del Cabral publicó el libro “Chinchina busca el tiempo”
en Argentina, donde residía, en 1945, un libro de carácter
misceláneo e inclasificable compuesto sobre todo por poemas en prosa
y algunos cuentos muy breves. Posteriormente publicó “Cuentos”
(1976) y “Cuentos cortos con pantalones largos” (1981), libros en
los cuales también reúne cuentos de carácter híbrido y altamente
imaginativos; son cuentos muy breves, más conocidos como minicuento
o minificción. El libro le mereció el elogio de la chilena
Gabriela Mistral quien dijo que se trataba de un libro superior a
“Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez.
Manuel
del Cabral es uno de los máximos representantes del cuento
fantástico en la literatura dominicana. Otra figura representativa
del cuento fantástico es Virgilio Díaz Grullón, el más grande
cuentista de Santiago de todos los tiempos y el segundo más
destacado de la cuentística dominicana, solo superado por Juan
Bosch, que ocupa el primer puesto entre los cuentistas dominicanos.
Díaz Grullón obtuvo el premio nacional de cuentos de 1958 con “Un
día cualquiera”. Es también autor de los libros de cuentos
“Crónicas de Altocerro” (1966) y “Más allá del espejo”
(1975). En 1981 dio a conocer el libro “De niños, hombres y
fantasmas”, el cual reúne sus tres libros de cuentos, “Los
Algarrobos también sueñan” (1977) -su única novela- y algunos
cuentos inéditos. Sus cuentos son muy intensos, casi siempre de
carácter psicológico y fantástico. En ellos se pone de manifiesto
la angustia existencial del hombre del siglo XX y, entre otros, los
problemas del hombre del campo al ponerse en contacto con la ciudad.
En
1948 nacieron en Santiago dos cuentistas notables, Rafael Castillo
Alba y José Enrique García. El primero, por ejemplo, es autor de
uno de los mejores libros de cuentos de la literatura dominicana
contemporánea: “La viuda de Martín Contreras y otros cuentos”
(1981), con el cual obtuvo el Premio Nacional de Cuentos de ese año.
En una encuesta en la que fueron consultados veintiún escritores
dominicanos sobre cuáles eran los mejores cuentos dominicanos del
siglo xx, el cuento de Castillo Alba titulado “La viuda de Martín
Contreras” estuvo entre los veinticinco cuentos con más votos a
favor, y junto a los otros cuentos seleccionados fue incluido en la
antología “Contándonos 25 cuentos dominicanos”, siendo Castillo
Alba el único escritor vivo de Santiago en pertenecer a dicha
antología.
Los
cuentos de Castillo Alba están escritos con un lenguaje popular y
están ambientados en una geografía en consonancia con lo rural. Sus
cuentos se nutren de lo rural y lo tradicional y, al mismo tiempo, se
ponen en consonancia con los más avanzados procedimientos
narrativos. Buena muestra de la riqueza de leguaje del autor son los
cuentos titulados “Pichones de cuyaya” y “La viuda de Martín
Contreras”. Castillo Alba es una especie de Juan Rulfo dominicano,
y además, sólo ha dado a la publicidad (que sepamos nosotros) un
único libro de cuentos.
En
cuanto a José Enrique García, es bueno saber que se trata del
primer escritor dominicano en haber logrado publicar un libro bajo el
prestigioso sello editorial Alfaguara. Es más conocido como
novelista, pero es también un buen cuentista. Una buena muestra de
ello es el libro “Contando lo que pasa”. Su cuento más conocido
es “Oficio de ocioso”, un cuento bien facturado y muy bellamente
escrito; un cuento de carácter quijotesco y con elementos de la
literatura del absurdo en que el personaje central, Lucas, un
mensajero de una oficina de Presupuesto, comienza a leer con
voracidad los más diversos libros de la literatura policíaca, y
que, similar a lo que le ocurriría al personaje de Cervantes con los
libros de caballerías, terminaría convirtiéndose él mismo en
“detective”, hasta que finalmente fue descubierto tras descubrir
los negocios oscuros que operaban en la empresa para la que laboraba
como mensajero y, poco después, encontrado muerto.
En
los Estados Unidos reside uno los mejores cuentistas originarios de
Santiago: José Acosta, uno de los autores más significativos de la
llamada diáspora dominicana. Es acaso el cuentista de Santiago que
más concursos literarios ha ganado. Sus cuentos, los cuales se
ajustan nítidamente a las normas y reglas más aceptadas del género,
reflejan muchas veces la angustia del hombre contemporáneo frente a
la tecnología, la prostitución, el desarraigo, la violencia y
otros problemas sociales.
Uno
de los más grandes cuentistas de Santiago es Luis R. Santos. Autor,
entre otros, de “Tienes que matar al perro” y “Noche de Mala
Luna” dos magníficos libros de cuentos. Sus trabajos son
realistas pero siempre muestran la realidad más excepcional, y sin
caer en la inverosimilitud. El descalabro social, la violencia, la
prostitución, los problemas de los inmigrantes, los problemas
domésticos, el desamor, la violencia…
En
esa misma dirección, pero con un estilo diferente, se mueve el
narrador Máximo Vega, quien es uno de los cuentistas más originales
de Santiago; un cuentista experimental y, al mismo tiempo,
experimentado. Es uno de los escritores de Santiago de más vasta
lectura y uno de los que más sabe de literatura. Sus cuentos
reflejan los problemas ontológicos y existenciales del hombre
contemporáneo, la angustia existencial, el descalabro social, la
prostitución, la violencia, lo grotesco y lo patético, los
problemas del absurdo.
Un
cuentista descollante de Santiago es Rafael P. Rodríguez. Es más
conocido como poeta, pero es evidente que se tratad e un autor que se
mueve con pericia tanto en el género poesía como en el cuento y el
ensayo. Es muy rebelde y experimental en la poesía y el ensayo, sin
embargo en el cuento no se ha mostrado tan original e independiente.
Su cuento más conocido es “Remigio Cárdenas”. Sus cuentos
mayormente reflejan los problemas existenciales del hombre rural y
provincial, casi de forma análoga a Rafael Castillo Alba. Pero la
angustia, la interioridad del hombre de campo es reflejada por este
autor de con una hondura y precisión que muy pocos narradores de
Santiago han logrado.
En
la década de los noventas se publicaron los libros de cuentos de
Pedro Pablo Marte: ´´Chanzas´´ y ´´D’ Maestros´´. El
cuento que da nombre al primer libro, ´´Chanzas´´, en su momento
se hizo tan popular en algunos círculos literarios de Santiago que
hay lectores que llaman al autor Pedro Pablo Chanzas. Aunque se trata
de cuentos prometedores, no se ha vuelto a conocer otro libro de
cuentos el autor. Tiene el mérito del ser el uno escritor de
Santiago que se ha atrevido a teorizar sobre el género cuento,
siendo autor de unos curiosos opúsculos sobre el cuento.
Uno
de los libros de cuentos más prometedores de Santiago en el presente
siglo, lo publicó Rosa Silverio, titulado “A los delincuentes hay
que matarlos”. Aunque son relatos que evidencian no estar
trabajados con la dedicación y la maestría con que la autora ha
trabajado sus composiciones poéticas, es obvio que hay entre ellos
cuentos de notable sensibilidad artística y de gran creatividad.
Razón por la cual estamos a la espera de otro libro de cuentos de la
autoría de esta notable poeta y cuentista. Sus cuentos tratan los
temas de incomprensión, el amor, el incesto, el lesbianismo, la
angustia.
En
fin, son numerosos los cuentistas de Santiago más destacados y
ponernos a mencionarlos a todos sería imposible. Sin duda, faltan
nombres ilustres. Pero el mejor tributo a los cuentistas que mencioné
y a los que no mencioné, es leer sus libros. Además, la mejor
apreciación de ellos, no es la que nosotros hemos hecho aquí, sino
la que conforme a sus respectivos gustos harían ustedes como
lectores frente a los libros de los cuentistas de Santiago. A si que,
a leer cuanto antes a los cuentistas de Santiago. No se arrepentirán.
Conferencia dada en el mes de abril en al Universidad Para Adulto (UAPA).
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