VICTOR ESTRELLA RODRIGUEZ
Nació en Santiago de los Caballeros (República Dominicana) 12 de marzo 1942. Graduado de médico en la Universidad de Barcelona (España). Miembro fundador del Taller Literario Littera de la Alianza Cibaeña. Fundador de la tertulia literaria Ramón Gómez de la Serna. Fundador de la revista científico literaria PSIQUIS. Fundador boletín poético Folium. Fundador boletín en prosa El Panfleto de los Sueños. Fundador Círculo Paracelso. Fundador Inst. Dominicano de Parapsicología. Fundador Círculo Sicoanalístico. Fundador Sociedad de Escritores de Santiago. Presidente de varias instituciones culturales y científicas: Ha publicado poemarios, libros de cuentos de la Asoc. Médica dominicana. El Ayuntamiento de Santiago lo nombró Poeta Distinguido de Santiago en el 1999. Ha presentado 20 exposiciones de artes plásticas individuales, 18 colectivas y tres exposiciones de esculturas. En el mes de marzo de 2012, El Ministerio de Cultura lo proclamó “Valor Cultural Dominicano”.
FOLLIUM
1
ONEIROS No.9
Siempre me ha gustado explorar los escritos abandonados, los que desechan los poetas, porque en ellos aparecen tantas cosas raras. Había un poeta que coleccionaba escritos desechados, los buscaba en las papeleras de los atosigados escritores, y formó un archivo tan grande de tantas cosas extrañas que la vida no le alcanzó para analizarlos.
2
Oneiros No.15
Me encontraba observando la distancia y sin darme cuenta me sentí atropellado de imágenes indescriptibles.
Traté de volver al mundo real, pero tenía una angustia mordiéndome, la punta de la sonrisa. Pensé y me quedé dormido en el desvaneo de una noche sin fecha.-
3
Oneiros No. 17
Estaba leyendo el Quijote, hasta llegar a la página trescientos doce, cuando me sentí semidormido; no preciso el tiempo, pero desperté según me informaron tres horas después con un relincho de Rocinante.-
4
Oneiros No. 49
Encontró un hombre desdentado, con muchos hoyos en la piel y sintió que se estaba enamorando; de pronto ochenta dientes corrieron detrás de ella, los cuales fueron creciendo hasta tener la sensación de que la mordían, gritó mucho, hasta la desesperación, pero su esposo siguió dormido, con un ronquido espantoso.-
5
ONEIROS No. 36
Le rapté un sueño a una mujer hermosa, ella no se enteró del hurto, pero me divertí plácidamente con todas las cosas eróticas que ella nunca dijo.-
6
Oneiros No. 95
Un hombre se soñó con el premio de la lotería y fue tan dichoso que pasó treinta años jugando billetes, hasta que en otro sueño obtuvo el premio mayor.
MARINENPO: EL POETA QUE CONSTRUIA BARQUITOS DE PAPEL
Todas las noches, un poeta llamado Marinenpo, pasaba una hora fabricando barquitos de papel y a cada uno le escribía un poema en un costado.
El tiempo le había convertido en un solitario cuarentón y aunque trabajaba como corrector en el periódico de su pueblo llamado El Plurn, era muy tímido, en algunas ocasiones había tenido romances pasajeros, pero su extraña forma de pensar y su extremado mutismo, eran razones muy poderosas para convertirlo en ermitaño.
Su casa era muy modesta, con muchos anaqueles, donde reposaban centenas de libros y millares de barquitos de papel de todos los colores, cada uno con su poema.
Aunque publicaba a veces en el periódico el producto de su talento, se sentía más a gusto imprimiéndolo con sus manos en sus barquitos. Su obra casi completa podía leerse en las sencillas y bonitas estructuras, entre las dobladuras de su artesanía.
Aunque señalado por sus pocos amigos como un sujeto sin vida social y apegado a una soledad extrema, Marinenpo era un amante de aventuras fantásticas en barcos imaginarios, pero sobre todo era un erotómano, cada ensueño iba colmado de sensuales placeres en brazos de hermosas mujeres, cuyas aventuras se hacían interminables, porque traspasaban su estado de consagración poética, hasta las cascadas del rumor onírico.
Cierto día, surgió una calurosa idea: fabricaría un barquito y como siempre le escribiría un poema, pero dejaría además un mensaje hacia una mujer desconocida, colocaría su remitente y lo llevaría al río Hidranio, el cual cruzaba por su poblado. Pero tenía que aplicarle algo, para que el agua no se lo destruyera antes de llegar a su destino. Compró unos materiales impermeables y fraguó su idea con entusiasmo, depositó con mucho sentimiento el amarillo barquito y lo despidió con un beso.
Pasó el tiempo, meses, hasta que un día recibió una carta muy escueta, donde se leía: Querido Marinenpo, por casualidad de la vida, encontré en la playa de mi ciudad el barquito de papel con el bello poema, me imaginé muchas cosas, tanto así que lo guardé en un cofre nuevo que me había regalado mí madre. He pensado mucho en ti aún sin conocerte, pero estoy segura de poder describirte tal como eres y como algo inesperado y mágico le estoy amando, es la primera vez que me enamoro y mi mayor deseo sería juntarme contigo pasa saciar este fuego, tanto de amor como de pasión, pero lamento tener que decirte que, esta será la única carta que recibirás de quien sin conocerte te quiere tanto, porque precisamente encontré el barquito en la playa, porque fue mi último deseo de que me trajeran a escuchar las olas, ya que mis días de vida están contados, por una larga y penosa enfermedad . Te quiere: 0ninpia
MUERFILIO: EL COLEECCIONISTA DE LA MUERTE
Las
tijeras cortaban con precisión,
el recuadro de una nota
necrológica, aparecida en el
periódico, una más que, venía a engrosar la colección extraña
y curiosa de un escritor
obsesionado con la muerte.
Muerfilio era un escritor solitario, tenía dos hijos viviendo en otras países y su compañera de sueños, le había dejado porque se le cansó el amor, después de doce años de convivencia
Todas las notas anunciando muerte o noticias relacionadas con el signo de la parca, eran encuadernados con mucho esmero por aquel personaje, cuya vivienda estaba repleta de objetos de muerte, esqueletos y cráneos de variados materiales, así como fotografías, dibujos y pinturas. Sus escritos todos, estaban relacionados con la tenebrosa e implacable señora de la guadaña, que no se sabe el por qué, se le daba selección sexual como mujer. Lo cierto es que Muerfilio, cuyo nombre verdadero era: Tumbarsio Crusacio del Camposanto, el cual un día, decidió acortar su nombre, para facilitarle a sus semejantes la memoria complicada que, le obsequió su padre el día de su nacimiento, quien era zacateca en el cementerio del pueblo de Las Momias.
Un día dos de noviembre murió Muerfilio, su funeral fue tan sencillo como cualquier habitante, pero fueron resaltadas sus virtudes intelectuales y su maravillosa y extraña colección, pasó a formar parte del patrimonio cultural de su ciudad.
Quince años después del deceso del escritor, murió la madre de sus hijos, los cuales consideraron lógico enterrarla en la misma tumba de su padre. Abrieron el nicho y para sorpresa de todos, el cadáver del nihilista estaba en perfecto estado, más aún, su piel aparentaba ser de un hombre de treinta años a pesar de que murió cuando tenía setenta y nueve. Tuvieron que optar por otro espacio, sin soslayar la curiosa idea de la investigación. Diez años más tarde por ese prurito con lo extraño, los hijos del escritor abrieron la tumba nuevamente y ahí estaba, como si durmiera aquel amante de la muerte.
Los dos hombres decidieron desenterrar el cadáver y colocarlo en un pedestal en el mismo cementerio.
Pasó el tiempo, los hijos y nietos de aquel coleccionista cíe la muerte, fallecieron y la tradición del pueblo no se hizo esperar, oraciones, velas y velones eran lo cotidiano a los pies de aquella momia, cuya historia había dado la vuelta al mundo.
Según las últimas noticias, todavía trescientos años de estar a la vista del público el singular cadáver, se mantenía intacto y más aún, unos científicos habían comprobado que se había petrificado.
9
TERMANIE PELIGRO: LA ESCRITORA MANIACA
El apellido lo llevaba porque su abuelo había crecido entre guerras y fiebres bélicas .El verdadero apellido paterno era como un retazo que, se olvidó en las refriegas de los años.
Termanie era delgada, activa, mujer de una sensualidad inaudita, pero silenciosa, tímida» soñadora y sobre todo maníaca.
Escribía diferente a sus colegas, entre sus obras estaban: "Los Deseos Inalcanzables de una Ninfórnana", "Las amarguras de un íncubo", "Los Ovarios de Lucía" y era articulista del periódico: "Fuego Erógeno", fundado por ella.
Pero en sus momentos de ocio la Peligro se inventaba una serie de cosas extrañas que, daba pábulo a decenas de rumores, donde se ponía en duda su cordura. Entre las cosas extrañas que dijeron los voyeristas, era que le vieron hacer pompas de secreción nasal, así como romper periódicos después de leídos con un enojo demencial.
También contaron los observadores patológicos que, la Peligro se desnudaba para escribir y pasaba muchas horas haciendo muecas ante el espejo.
Pero Termanie había demostrado su calidad intelectual, cada artículo y cada libro significaba un estudio y una crítica de elevados comentarios.
La Peligro cuando se enojaba hacía temblar las criadillas y los belfos de enemigos encubiertos y repicaba con fuerza implacable sus palabras, las cuales se clavaban como millares de agujas, en todos aquellos sospechosos de tenerle ojerizas.
Un día de septiembre, Termanie amaneció con el rostro embadurnado de cansancio centenario, sus ojos se miraron en el espejo opaco de la depresión y después de muchas horas de interrogarse en la pulida superficie de su reflejo, se lavó la cara, para sentarse a escribir la obra que consideraba la más importante de su vida La noche le sorprendió en su incansable obsesión y al hacerse consciente de las doce horas escritas sin detenerse, buscó en la imaginación de sus manías, el más auténtico placer de sus desenfrenos y fue feliz entre las espumas vibrantes de su gaudio.
10VAMPIRRIO: EL SANGUINOSO
Los familiares de Vampirrio entendieron al psiquiatra cuando es dijo que, éste tenía una peligrosa obsesión con la sangre, porque había sufrido una catástrofe mental y había eclosionado en la vida con una anomalía neuroanatómica.
Pero personas con una parvedad de nutrientes y con un déficit de consciencia e instrucción, no valoraron lo suficiente, para poner en un tratamiento permanente aquel post-adclescente que, había conquistado la fama de peligroso en la escuela y en el barrio donde vivía.
Una mañana lluviosa, Vampirrio fue a la casa de su único amigo Braunio, asestó su furia diabólica con un metal afilado, en la zona hepática del asombrado y dejó su huella macabra a merced de sus familiares atónitos.
Desapareció del lugar hasta que, hizo presencia donde Salomina, la hetera más solicitada de su pueblo. Y con la empalagosa virtud de que hacía gala al seducir, en actitud de un erudito sexual, le ató los cuatro miembros, (como en las películas de perversión maniática) y con el báculo de solidez morbosa, penetró los huecos de la runfórnana. Después con la violencia de sus rústicas manos, exprimió sin piedad, las vías que saturaban de oxígeno aquel cuerpo exánime, dejándole en la oscuridad de la recámara, hasta que a los tres días los vecinos irrumpieran al lugar y se propagara en los periódicos la desagradable noticia Vampirrio era buscado por las autoridades, pero era sagaz, metódico, despiadado y hábil.
Una madrugada, un mes después de la tragedia de Salomina, apareció en una de las calles del barrio Las Frígidas y con una pistola en mano, violó todas las mujeres que cruzaron por el lugar estratégico (oscuro y solitario) que, maliciosamente había elegido. Según los vecinos del lugar fueron trece las marcadas por el temible maníaco, dejando en cada víctima una mordida sangrante en ambos glúteos. A los pocos días apareció con una espada plateada, corriendo por la calle principal y con el brío de cinco hercúleos gladiadores, dejó su huella cruenta de nueve inocentes decapitados.
Pero fue atrapado y llevado con extrema precaución al recinto carcelario, recluido en un cubículo solitario. Una noche escapó, dejando más tarde su horripilante rastro, tras haber hurtado la virtud a siete doncellas del lugar, a las que luego cercenó el dedo índice.
A los siete días de esta última acción perversa, salió de su escondite en pleno mediodía, en la plaza del "Cacique Atormentado” y después de disparar con la desesperación de un paranoico, encendió su cuerpo con la placidez de una sonrisa patológica y sin quejidos, se consumió como un bonzo suicida, ante la presencia de los atónitos testigos.
11
HONGRO: EL ASPIRANTE A FILOSOFO
En las mañanas tranquilas, con la mente revuelta, paseaba por las calles del pueblo de Sacrosanto, un hombre con el pelo largo, despeinado, con los ojos perdidos en la distancia y con una incansable verborrea.
Todos los días a las siete de la mañana, en la esquina del Lamento, el extraño sujeto se detenía a pronunciar su discurso, reuniendo a su alrededor curiosos transeúntes, burlones rutinarios y una chiquillería risueña, dispuesta a corear las improvisaciones verbales del aspirante a filósofo como se hacía llamar.
Una mañana de un noviembre lluvioso, Hongro ocupó su lugar acostumbrado y con la serenidad de la lluvia inició su discurso: "En el reborde de las circunstancias, oscilan partículas insulsas que revolotean los sueños. Soy una ontogenia, ajeno a los chupópteros de este lugar, no vengo a escenificar una faramalla de las tantas que pronuncian los buscadores de adeptos, soy libre en el verbo y en el sentimiento, como una golondrina rosada, llevada por el viento en su planear incansable. Esta lluvia tenue que moja mis meninges, es una señal para que todos piensen en el holocausto de los tolondros. Vengo aquí con la intención de salvarles de una muerte mental. En la necrópolis de la ignorancia, están abiertas las fosas para resguardar los cráneos vacíos de esta lugar".
Hongro habló muchas horas, como llovía no tuvo un público que le aplaudiera, sólo obtenía sonrisas y uno más que otro insulto burlón de los empapados caminantes.
Al atardecer la lluvia se había despedido y el aspirante a filósofo permanecía solitario en la esquina, había hablado más de ocho horas y su estabilidad física a tambaleaba.
Agotado enmudeció y camino despacio pisando los charcos, llegó a su casa, cerró la puerta y dijo: "Esa macabra enemiga ha perjudicado mis palabras, ha huyentado a mis simpatizantes y ha enlodado mis sienes.
Voy a escribir un discurso para elevarme sobre el poder de la lluvia, jamás podrá vencerme aunque muera ahogado en su frenesí.
Hongro lloró muchas horas y al amanecer del nuevo día, volvió a su esquina predilecta, era un día de mucho sol y habló como de costumbre, tejiendo fantasías y garabatos filosóficos acerca de la lluvia.
AI atardecer sintió algo extraño en su cuerpo, sus ropas se mojaban sin causa aparente, no era sudor... se quitó la camisa y de sus poros salían millares de gotas cristalinas, era el espíritu de la lluvia que lo había Poseído. Su voz se fue apagando y en el lugar sólo quedaron sus ropas mojadas, porque todo su cuerpo se convirtió en agua.-
12
DEMBLE: EL ANALISTA DE LA MEDIANOCHE
La luz del plenilunio pendraba hasta la astucia de un insomnio. En una destartalada mecedora un hombre con una edad aproximada de cuarenta y cinco años, hojeaba un libro muy voluminoso.
Tenía gruesas gafas, donde jugaban diminutos corpúsculos de luz, reflejados de un quinqué ahumado por el extremado uso.
El lector ensimismado, con una lupa escudriñando cada palabra estaba rodeado por un montón de libros, cuyos tomos más cercanos eran diccionarios de las más variadas especialidades.
Sus
ojos asombrados se tocaron con la palabra
vilipendio, letra
por letra la examinó... buscó uno de sus diccionarios y leyó la
traducción: "Desprecio,
falta de estimación"
pensó largo
rato y pasó su mirada a la anterior palabra,
donde decía: vilipendiar: "del latín vilipenderé,
que
se traduce
como despreciar, tratar con vilipendio, tiene como sinónimo
maltratar. Pensó en lo mucho que le habían maltratado, pero
no
conforme buscó otro diccionario
y encontró que
aparte de estas expresiones además decía: vilipendio: denigración
de una persona cosa. Y no conforme porque la palabra
le removía
el intelecto y todas las ramas de su intranquilidad
subcraneal,
abrió un nuevo diccionario, lo examinó y pensó: "vilipendiar",
si significa
desdeñar, yo desdeño las horas que mueren,
desdeño el ocio,
la existencia que se
agota, el olvido, la insensatez de la muerte.
Yo desdeño el arcoíris
del sufrimiento,
el atardecer
de la vida y la muerte de las fantasías. Se quedó absorto, con los
ojos fijos en el quinqué y luego
en susurro dijo además
quiere decir menospreciar:
odio esa
palabra, porque he sido menospreciado por
los académicos dormidos en sus mamotretos;
odio a los pedantes
porque viven menospreciando
los eruditos
reales de la lengua y el pensamiento. Rió a carcajadas en su soledad
de penumbras y
luego se expresó:
estoy hastiado de escuchar el baldonar contra
los cándidos; estoy
intoxicado por el desprestigio
de los vilipendiadores.
Se levantó,
respiró profundo y mientras muchas lágrimas coman por su rostro
gritaba: me han vilipendiado,
me están vilipendiando,
me dirán
en el futuro la misma
palabra, la misma expresión, estoy cansado del menosprecio,
de la difamación, de la deshonra, del tanto mancillar mi nombre.
Soy un cautivo de las palabras, pero esta me destruye, me enfurece. La voy a borrar de todos los diccionarios. Buscó un lápiz, y tachó con furia la palabra y sus sinónimos en cada diccionario. Luego siguió leyendo el libro donde encontró la palabra vilipendio, pero su mente seguía intranquila y se repetía en sus adentros: si la encuentro otra vez} la destrozo; si se esconde la busco y la destruyo; sé emprende la huida la alcanzo y la pisoteo...no podrá escapar de mí, porque donde quiera que se oculte la descubro...y una gran carcajada se escuchó... y Demble agotado, dejó caer su cabeza disparatada sobre el libro, cuando comenzaron a destellar los albores de un nuevo día.
13
FOLIA: LA EBRIA
En una aurora de claridad, Folia aún sentada en el mullido sillón, donde reposó desde su llegada el día anterior, aturdida de una borrachera, se desperezó y miró a través de la puerta abierta el pequeño jardín de su hogar. Sintió que oscilaba, pero hizo un esfuerzo y se levantó tambaleante, apoyándose en lo que encontraba a su paso.
Se bañó y se aproximó a un pequeño escritorio donde se apreciaban muchos papeles con dibujos geométricos y operaciones de álgebra. Con el pelo muy húmedo chorreante por la espalda, se apoyó en la silla y se acomodó; buscó entre las decenas de cuartillas hasta encontrar una con muchos números y varias figuras de triángulos, esferas y líneas.
Estaba buscando el origen del tiempo, se rascaba la cabeza, movía los papeles y entre estrujones de su rostro con sus manos y garabatos indescifrables notó una niebla extraña formándose próxima a la pared Miró con atención y cantó de alegría. En el enigma de la niebla estaba la fórmula por ella buscada durante diez años. Se levantó y de la mesa tomó una botella de licor, tomó varios tragos y saltó varias veces, emitiendo gritos de triunfo.
Folia salió de su hogar y a todo el que encontraba le hablaba de su éxito. Las gentes no le entendían, la observaban como siempre, con la boca llena de sandeces, babeante y con su botella de licor en la mano. Algunos reían o lo tomaban a chanza y Folia se irritaba, vociferaba e interceptaba al próximo transeúnte y asi caminó por muchas calles y a cada paso un trago quemaba su garganta.
Estaba titilando en órbitas circunstanciales de la intoxicación, tropezó y cayó al suelo y desde su lecho de cemento gritaba: he descubierto el origen del tiempo, descubrí el origen del tiempo. Una carcajada acompañaba sus vociferaciones. Algunos la miraban con curiosidad y otros se arremolinaban alrededor de su cuerpo maltrecho.
En un momento una llama azul comenzó a salir de sus manos se fue agrandando hasta que el cuerpo de la mujer desapareció entre las lenguas azules de un fuego misterioso.
14
ALQUIMIO: EL HECHICERO
Una calavera hurtada del camposanto El Reverente, era la pieza principal, en el altar de ritos tenebrosos. Alquimio acariciaba los huesos pulidos por el roce, en la estancia de poca luz, con un molestoso,emanado de una pequeña lámpara de aceite. Los ojos del nigromante estaban fijos en el misterio y palabras susurrantes colmaban el cuartucho, donde un creyente de las artes lúgubres, esperaba ansioso la comunicación con su tío, fallecido el día
El brujo ingería cada dos o tres minutos largos tragos de alcohol aderezado con sumo de limón y azúcar, y gruñía, movía la cabeza en todos los sentidos, hasta abrir los ojos de espanto, en una escena digna de un teatro de terror.
Ansio, quien esperaba el contacto con el subterráneo mundo de la muerte, miraba al oficiante con inquietud, sus manos temblaban y su cara brillaba, por el sudor copioso de su incontrolable pavor.
Una voz disfónica se escuchó en la habitación: el brujo se acostó en el suelo boca abajo y Ansio con un frenético tartamudeo preguntaba ¿Quién es?
Un frío sobrenatural heló su curiosidad aprensiva y con insistencia repetía la pregunta con insistencia.
La voz profunda, emanada como del fondo de una caverna le contestó, anunciándole que era su tío Dirope, el cual se sentía molesto, por la interrupción de su tranquilidad en el reino de los desencamados Ansio miró la calavera salir dos largas y finas enredaron en su cuello, arrancándole la última expiración de su existencia.
La llama se apagó y todo quedó en tinieblas. Al otro día cuando los rayos del Sol cubrieron el poblado casita del brujo Alquimio, dos calaveras adornaban el altar de prácticas recónditas.