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sábado, 15 de abril de 2017

LA CUENTISTICA EN LA CIUDAD DE SANTIAGO DE LOS CABALLEROS





LA CUENTISTICA DE SANTIAGO
Por: Agustin Grullon.

Antes de empezar a hablar sobre el género cuento, conviene saber qué es un cuento. La cuestión resulta tan engorrosa que los grandes especialistas del mismo aún no han logrado ponerse de acuerdo al respecto, hasta tal punto, que es acaso el género más controversial de la literatura. Unos, por ejemplo, dicen que el cuento es sólo una narración breve que puede leerse de un tirón; otros, que es el relato de un solo hecho que no admite disgregación en la acción; y otros más, dicen que el cuento es una novela en síntesis. Inclusive, se ha dicho por parte de voces autorizadas en la materia –como el gran cuentista guatemalteco Augusto Monterroso, por ejemplo– que nadie sabe con precisión qué es un cuento.
El primero que tuvo el honor de teorizar sobre el género fue el estadounidense Edgar Allan Poe con su ensayo “La filosofía de la composición”. Otros grandes teóricos son el uruguayo Horacio Quiroga, el dominicano Juan Bosch, los argentinos Julio Cortázar y Enrique Anderson Imbert, y el peruano Julio Ramón Ribeyro.
El primer cuento que se conoce de la literatura dominicana es “El garito” (1854), de Javier Angulo Guridi. Es, sin embargo, un trabajo deficiente desde el punto de vista de las más aceptadas constantes del cuento. De hecho, aun a finales de siglo XIX y principios del XX la literatura dominicana no produjo ningún cuento propiamente dicho; se trataba sólo de relatos de carácter popular y folclórico, anécdotas, estampas y cuadros de costumbres.
El cuento en Santiago entró en 1926 con la publicación de “El hombre que había perdido su eje”, del gran poeta Tomás Hernández Franco, lo cual es de tomar en cuanta puesto que ni siquiera se había publicado “Camino Real” (1933) de Juan Bosch, que es considerado el primer libro de cuentos que produjo la literatura dominicana. “El hombre que había perdido su eje” fue publicado por vez primera en París, Francia, con una tirada muy mínima de ejemplares y se mantuvo prácticamente inédito en nuestro país hasta poco después de la muerte del autor, ocurrida en 1952. Se trata de cuentos poderosamente vanguardistas, aunque a veces rayando en lo anecdótico y lo rural. En 1951 se publicó otro libro de cuentos del autor titulado “Cibao”, que está compuesto por algunos cuentos verdaderamente magistrales. Su trayectoria como poeta fue tan vital que ha ensombrecido su faceta de cuentista. Fue, sin embargo, un cuentista visionario que se adelantó a su tiempo con unos cuentos lejos de la usanza de la época. Y aún no se le ha dado el sitial que merece en la cuentística nacional.
Un santiaguero contemporáneo de Tomás Hernández Franco lo fue Manuel del Cabral, el cual también es más conocido como poeta que como cuentista. Del Cabral publicó el libro “Chinchina busca el tiempo” en Argentina, donde residía, en 1945, un libro de carácter misceláneo e inclasificable compuesto sobre todo por poemas en prosa y algunos cuentos muy breves. Posteriormente publicó “Cuentos” (1976) y “Cuentos cortos con pantalones largos” (1981), libros en los cuales también reúne cuentos de carácter híbrido y altamente imaginativos; son cuentos muy breves, más conocidos como minicuento o minificción. El libro le mereció el elogio de la chilena Gabriela Mistral quien dijo que se trataba de un libro superior a “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez.
Manuel del Cabral es uno de los máximos representantes del cuento fantástico en la literatura dominicana. Otra figura representativa del cuento fantástico es Virgilio Díaz Grullón, el más grande cuentista de Santiago de todos los tiempos y el segundo más destacado de la cuentística dominicana, solo superado por Juan Bosch, que ocupa el primer puesto entre los cuentistas dominicanos. Díaz Grullón obtuvo el premio nacional de cuentos de 1958 con “Un día cualquiera”. Es también autor de los libros de cuentos “Crónicas de Altocerro” (1966) y “Más allá del espejo” (1975). En 1981 dio a conocer el libro “De niños, hombres y fantasmas”, el cual reúne sus tres libros de cuentos, “Los Algarrobos también sueñan” (1977) -su única novela- y algunos cuentos inéditos. Sus cuentos son muy intensos, casi siempre de carácter psicológico y fantástico. En ellos se pone de manifiesto la angustia existencial del hombre del siglo XX y, entre otros, los problemas del hombre del campo al ponerse en contacto con la ciudad.
En 1948 nacieron en Santiago dos cuentistas notables, Rafael Castillo Alba y José Enrique García. El primero, por ejemplo, es autor de uno de los mejores libros de cuentos de la literatura dominicana contemporánea: “La viuda de Martín Contreras y otros cuentos” (1981), con el cual obtuvo el Premio Nacional de Cuentos de ese año. En una encuesta en la que fueron consultados veintiún escritores dominicanos sobre cuáles eran los mejores cuentos dominicanos del siglo xx, el cuento de Castillo Alba titulado “La viuda de Martín Contreras” estuvo entre los veinticinco cuentos con más votos a favor, y junto a los otros cuentos seleccionados fue incluido en la antología “Contándonos 25 cuentos dominicanos”, siendo Castillo Alba el único escritor vivo de Santiago en pertenecer a dicha antología.
Los cuentos de Castillo Alba están escritos con un lenguaje popular y están ambientados en una geografía en consonancia con lo rural. Sus cuentos se nutren de lo rural y lo tradicional y, al mismo tiempo, se ponen en consonancia con los más avanzados procedimientos narrativos. Buena muestra de la riqueza de leguaje del autor son los cuentos titulados “Pichones de cuyaya” y “La viuda de Martín Contreras”. Castillo Alba es una especie de Juan Rulfo dominicano, y además, sólo ha dado a la publicidad (que sepamos nosotros) un único libro de cuentos.
En cuanto a José Enrique García, es bueno saber que se trata del primer escritor dominicano en haber logrado publicar un libro bajo el prestigioso sello editorial Alfaguara. Es más conocido como novelista, pero es también un buen cuentista. Una buena muestra de ello es el libro “Contando lo que pasa”. Su cuento más conocido es “Oficio de ocioso”, un cuento bien facturado y muy bellamente escrito; un cuento de carácter quijotesco y con elementos de la literatura del absurdo en que el personaje central, Lucas, un mensajero de una oficina de Presupuesto, comienza a leer con voracidad los más diversos libros de la literatura policíaca, y que, similar a lo que le ocurriría al personaje de Cervantes con los libros de caballerías, terminaría convirtiéndose él mismo en “detective”, hasta que finalmente fue descubierto tras descubrir los negocios oscuros que operaban en la empresa para la que laboraba como mensajero y, poco después, encontrado muerto.
En los Estados Unidos reside uno los mejores cuentistas originarios de Santiago: José Acosta, uno de los autores más significativos de la llamada diáspora dominicana. Es acaso el cuentista de Santiago que más concursos literarios ha ganado. Sus cuentos, los cuales se ajustan nítidamente a las normas y reglas más aceptadas del género, reflejan muchas veces la angustia del hombre contemporáneo frente a la tecnología, la prostitución, el desarraigo, la violencia y otros problemas sociales.
Uno de los más grandes cuentistas de Santiago es Luis R. Santos. Autor, entre otros, de “Tienes que matar al perro” y “Noche de Mala Luna” dos magníficos libros de cuentos. Sus trabajos son realistas pero siempre muestran la realidad más excepcional, y sin caer en la inverosimilitud. El descalabro social, la violencia, la prostitución, los problemas de los inmigrantes, los problemas domésticos, el desamor, la violencia…
En esa misma dirección, pero con un estilo diferente, se mueve el narrador Máximo Vega, quien es uno de los cuentistas más originales de Santiago; un cuentista experimental y, al mismo tiempo, experimentado. Es uno de los escritores de Santiago de más vasta lectura y uno de los que más sabe de literatura. Sus cuentos reflejan los problemas ontológicos y existenciales del hombre contemporáneo, la angustia existencial, el descalabro social, la prostitución, la violencia, lo grotesco y lo patético, los problemas del absurdo.
Un cuentista descollante de Santiago es Rafael P. Rodríguez. Es más conocido como poeta, pero es evidente que se tratad e un autor que se mueve con pericia tanto en el género poesía como en el cuento y el ensayo. Es muy rebelde y experimental en la poesía y el ensayo, sin embargo en el cuento no se ha mostrado tan original e independiente. Su cuento más conocido es “Remigio Cárdenas”. Sus cuentos mayormente reflejan los problemas existenciales del hombre rural y provincial, casi de forma análoga a Rafael Castillo Alba. Pero la angustia, la interioridad del hombre de campo es reflejada por este autor de con una hondura y precisión que muy pocos narradores de Santiago han logrado.
En la década de los noventas se publicaron los libros de cuentos de Pedro Pablo Marte: ´´Chanzas´´ y ´´D’ Maestros´´. El cuento que da nombre al primer libro, ´´Chanzas´´, en su momento se hizo tan popular en algunos círculos literarios de Santiago que hay lectores que llaman al autor Pedro Pablo Chanzas. Aunque se trata de cuentos prometedores, no se ha vuelto a conocer otro libro de cuentos el autor. Tiene el mérito del ser el uno escritor de Santiago que se ha atrevido a teorizar sobre el género cuento, siendo autor de unos curiosos opúsculos sobre el cuento.
Uno de los libros de cuentos más prometedores de Santiago en el presente siglo, lo publicó Rosa Silverio, titulado “A los delincuentes hay que matarlos”. Aunque son relatos que evidencian no estar trabajados con la dedicación y la maestría con que la autora ha trabajado sus composiciones poéticas, es obvio que hay entre ellos cuentos de notable sensibilidad artística y de gran creatividad. Razón por la cual estamos a la espera de otro libro de cuentos de la autoría de esta notable poeta y cuentista. Sus cuentos tratan los temas de incomprensión, el amor, el incesto, el lesbianismo, la angustia.
En fin, son numerosos los cuentistas de Santiago más destacados y ponernos a mencionarlos a todos sería imposible. Sin duda, faltan nombres ilustres. Pero el mejor tributo a los cuentistas que mencioné y a los que no mencioné, es leer sus libros. Además, la mejor apreciación de ellos, no es la que nosotros hemos hecho aquí, sino la que conforme a sus respectivos gustos harían ustedes como lectores frente a los libros de los cuentistas de Santiago. A si que, a leer cuanto antes a los cuentistas de Santiago. No se arrepentirán.
Muchas gracias…

Conferencia dada en el mes de abril en al Universidad Para Adulto (UAPA).